Maltrato infantil. Vulnerabilidad y desamparo. Adultos protectores.

Aquellos que venimos trabajando hace más de dos décadas en el abordaje de la problemática de la violencia doméstica en general y del maltrato infantil en particular hemos participado de importantes cambios en cuanto al tratamiento de esta realidad social.

A poco de poder describir dicho flagelo de una forma más metódica, desde una evaluación más integral de la familia y de sus vínculos, se pudieron ir construyendo estrategias de acción así como también reglamentaciones y luego leyes que intentaron proteger a la familia en su totalidad.
Así atender al reclamo sobre la violencia familiar apareció como prioridad de instituciones de educación, salud y justicia y luego una mayor atención a la problemática infantil de la mano de la Declaración de los Derechos del niño.
Sin embargo esto que parecía tan claro como: detectar un maltrato, hacer la denuncia, proteger a la víctima y procesar al perpetrador comenzó a presentar matices que se enfrentaban a las garantías individuales.
Sin entrar en estos temas que le competen mucho más al Derecho que a la Psicología aplicada al ámbito jurídico, podemos observar que ha habido un cambio en cuanto a los conceptos que la ciencia va aportando y a la función que desempeñan los diferentes actores involucrados.
En un principio se abrió claramente el espacio para la detección y la denuncia de la violencia de género y del maltrato infantil en la cual se trataba de proteger a la víctima hasta el punto de aislarla de su propia familia si esto le evitaba ser nuevamente maltratada.
Los testimonios sobre violencia no se ponían en duda y se instrumentaban en la práctica medidas de protección. Con los cambios legislativos y los aportes teóricos sobre la temática empezaron a cambiar las formas de aproximarse sobre todo al niño que padecía maltrato. Se derogaron las leyes de patronato entonces la familia y la sociedad tomaron un rol más protagónico en cuanto a la protección de derechos.
Al mismo tiempo se transitó, en el área de la psicología, por el abordaje individual de las supuestas víctimas, el análisis de las personalidades de los agresores, las diferentes formas de detección del daño psicológico sufrido y la construcción y adaptación de instrumentos de evaluación.
Todo esto llevó a varios planteos en función de comprender cuáles eran los roles familiares que se veían afectados; si era tan tajante la diferenciación de víctima y victimario en el caso de los adultos y qué lugar ocupaba el niño en esa familia pensada como disfuncional.
A medida que esos campos se fueron contemplando y logrando un concenso social aparece como importante reconsiderar el concepto de familia, la función materna y las competencias parentales.
La pregunta de los grandes grupos de profesionales abocados a esta problemática comenzó a centrarse en el adulto protector mientras que la justicia se replanteaba qué hacer con ese integrante familiar que era puesto en el lugar de perpetrador.
Es así que comenzamos a trabajar desde el año 2004 en la hipótesis de que “En toda familia de niños víctimas de maltrato existe una disfunción parental ligada en la mayoría de los casos a una anomalía en la función materna.” Colombo (2009).
Más allá de pensar la problemática del maltrato infantil como un delito o no, y que la justica debe procesar y condenar al culpable, la psicología hace un giro al pensar en cómo recomponer la estructura familiar luego de este sismo que produjo la develación del maltrato.
De esta manera nos centramos en realizar investigaciones que más allá del aporte que nos brinda el recorrido clínico nos ayuden a comprender las vinculaciones que se entrecruzan en una familia donde se produce el maltrato infantil

A partir de estas conceptualizaciones se planteó el trabajo de campo que expondremos a continuación

Febbraio (2012) realiza una investigación “La evaluación psicológica de las fallas en las funciones/competencias parentales en familias maltratadoras” con el fin de evaluar las competencias parentales en padres de niños víctimas de maltrato, en dicho estudio explica: “La competencia es un concepto integrador que se refiere a la capacidad de las personas para generar y coordinar respuestas (afecto, cognición, comunicación y comportamiento) flexibles y adaptativas a corto y a largo plazo ante las demandas asociadas a la realización de sus tareas vitales y generar estrategias para aprovechar las oportunidades que les brindan los contextos de desarrollo (Masten y Curtis, 2000; Waters y Sroufe, 1983).
Una función parental “suficientemente buena”, implica que los padres tengan normas incorporadas que permitirán en el niño la reasunción transformadora singular de su cuerpo y de su historia, a través de la constitución de una representación narcisista (de sí mismo) estable y coherente. Es decir, el contexto debe conformar un ambiente que, sin ser “perfecto”, sea confiable y suficientemente estable, como para permitir la constitución de un nuevo espacio psíquico (el bebé), de un yo en desarrollo y vinculación a partir de la psique parental. (Green, 1991)” (Febbraio pág. 3-4)
El mismo establece categorías de evaluación que considera favorables para el buen desarrollo de la crianza y vinculación familiar:
1- Yo maduro e integrado
2- Capacidad para hacer vínculos afectivos
3- Capacidad para identificarse a un rol
4- Capacidad de comunicación/diálogo
5- Capacidad para solucionar problemas
6- Capacidad para ponerse en el lugar del otro
7- Capacidad para expresar sentimientos cariñosos
8- Control de los impulsos
9- Percepción y juicio conservados

Según este estudio se conceptualizan una serie de características necesarias o con las cuales debería contar un adulto protector para poder hacerse cargo de la crianza de un niño y protegerlo de situaciones de riesgo.
Por otra parte en el trabajo realizado sobre “Función materna y maltrato infantil,” Colombo (2009), se hallaron indicadores que mostraban fallas en las competencias parentales, en el ejercicio de la función materna, según la construcción de estas nuevas conceptualizaciones:

  • Familia monoparental
  • Incapacidad de vínculo
  • Falta de control sobre los hijos
  • Hermanos parentalizados
  • Historia familiar antisocial
  • Baja tolerancia a la frustración
  • Trastornos psiquiátricos

Estos indicadores estaban presentes en padres de niños que habían sufrido maltrato y fueron considerados como factores que interfieren en el desarrollo vincular familiar. Los mismos están asociados a las características enunciadas por Febbraio (2012).

Captura de pantalla 2016-05-26 a las 2.01.10 p.m.

No nos detendremos a estudiar cada categoría sino solamente a dar cuenta del recorrido teórico que llevó a pensar en la posibilidad de seguir estudiando estas características.
Vimos necesario entonces contar con instrumentos de evaluación que nos permitan realizar un acercamiento hacia estas competencias para poder contribuir en la creación de estrategias de intervención.
Una vez estudiadas las competencias parentales y ya observadas en otras investigaciones las características de los padres de niños maltratados Colombo (2009), Barudy (2005), se pensó entonces en la concordancia con las dimensiones teóricas de las competencias socioemocionales que evalúa el ICSE Mikulic (2012).
Los padres en general y las madres en particular de niños que sufren maltrato necesitan contar con competencias socioemocionales indispensables para integrar las competencias parentales.
La aplicación de las dimensiones que evalúa el ICSE (Mikulic 2013) remitían conceptualmente a lo estudiado por Febbraio (2012) y Colombo (2009)

  • “La competencia emocional (a veces en plural: competencias emocionales) es un constructo amplio que incluye diversos procesos y provoca una variedad de consecuencias. Se puede entender la competencia emocional como el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales.
  • Entre las competencias emocionales se pueden distinguir dos grandes bloques: a) capacidades de autorreflexión (inteligencia intrapersonal): identificar las propias emociones y regularlas de forma apropiada; b) habilidad de reconocer lo que los demás están pensando y sintiendo (inteligencia interpersonal): habilidades sociales, empatía, captar la comunicación no verbal, etc.”Bisquerra Pág. 16

Coincidencias teóricas

Captura de pantalla 2016-05-26 a las 2.10.24 p.m.

ESTUDIO

  • Se realizó una prueba piloto en función de observar si el instrumento era sensible para poder discriminar competencias socioemocionales en madres de niños con maltrato infantil.
  • Se aplicó el ICSE (Mikulic 2012) a 30 madres de niños judicializados por maltrato infantil y a 30 madres de población general.
  • Se realizó un análisis de comparación de medianas aplicando la prueba estadística U de Mann Whitney.

Captura de pantalla 2016-05-26 a las 2.12.46 p.m.

DIFERENCIAS ENTRE GRUPOS
Para esta dimensiones la prueba estadística dio un p-valor menor a 0,05

  • CONCIENCIA DE LAS EMOCIONES (p=0,024)
  • EMPATÍA (p=0,029)
  • AUTONOMÍA (p=0,05)

Lo que se observó con este estudio es que los padres convivientes de niños que sufren maltrato presentan comportamientos que resultan insuficientes para poder proteger a sus niños de las agresiones perpetradas por el otro progenitor.
En su mayoría esto sucede porque no cuentan con las competencias suficientes para hacerse cargo de este cuidado.
Estos padres evaluados mostraron no contar con la suficiente empatía como para situarse en el lugar de su hijo, estar atento a sus necesidades o poder ser conscientes de su posible sufrimiento.
De la misma manera se observó que carecían de autonomía, madres en general dependientes del adulto agresor que no pueden proteger a sus hijos.
Se observa además una falla en la conciencia de sus emociones, como si actuara en ellas la llamada anestesia emocional que les impide sentir y reaccionar respecto de ciertas situaciones de maltrato.
Desde las categorías que plantea el estudio de Febbraio (2012) podríamos pensar que estos sujetos carecen de un Yo maduro e integrado, no cuentan con la capacidad de ponerse en el lugar del otro y no pueden identificarse con un rol determinado. Todos estos atributos son indispensables en un adulto protector y que se consideraban como fundamentales en los postulados teóricos y se asocian en forma directa a la constitución subjetiva del niño en formación.

Captura de pantalla 2016-05-26 a las 2.22.45 p.m.

Si pensamos en las conceptualizaciones sobre Función Materna —Colombo (2009) —, estos mismos indicadores pueden relacionarse con conceptos tales como sostén, vínculo y rol. Esta madre o adulto protector del que hablamos, ese que dona y protege, que es espejo e ilusión, es el que según Winnicott sostiene a este niño indefenso que necesita del otro para crecer, la madre es su sostén y sólo puede lograrlo si puede ser consciente de las emociones que este nuevo ser le provoca.
Dicho vínculo se sostiene en la empatía, poder reconocer lo que el niño siente y necesita, desde una conexión que le permita expresarse a través de este adulto protector. En un diálogo que va más allá de las palabras, que integra sensaciones, percepciones, estímulos.
Y más que nada cumplir con ese rol, el de madre/padre, no un igual, no alguien que está simplemente sino quien puede cuidar y cobijar, poner límites, acompañándolo en el camino de crecer.

Ahora bien, en un segundo momento de esta investigación nos dedicamos a seguir explorando la temática del adulto protector en interacción con el constructo vulnerabilidad

La vulnerabilidad es pensada (Zukerfeld 1999, Sivak 2005) como un modo de afrontamiento de los problemas que varía según la naturaleza traumática de los mismos y de la red social de apoyo con la que cuenta.
Para Zukerfeld(1999) la vulnerabilidad depende del interjuego de:

  • Sucesos vitales de valor traumático
  • Red vincular
  • Calidad de Vida

«… ciertas situaciones vitales pueden tener efectos devastadores porque hacen que el sujeto se perciba, consciente o inconscientemente, en una situación de indefensión intolerable, paralizante y aterradora en la que el monto o nivel de sufrimiento psíquico es vivido como insoportable…» García Badaracco(1998)
Por otra parte “El interjuego de una pobre red social de apoyo y un mayor grado de vulnerabilidad conducirá a la mayor eficacia traumática de un hecho vital que en otras circunstancias no hubiera tenido valor patológico. Del mismo modo una menor vulnerabilidad y un mejor estilo de afrontamiento, asociados a la percepción de un efectivo apoyo social harán más tolerable una situación imprevista y difícil.” Sivak, 1998.

¿Cómo se relacionan estos conceptos con el maltrato infantil?
La familia de niños maltratados se caracteriza por el aislamiento, la falta de contacto y de relación con el entorno, las fallas en la comunicación, además de generar diariamente situaciones de violencia y malestar con alto nivel traumático.
Por lo tanto estos conceptos que muestran los autores dan cuenta de que la vulnerabilidad es un estado que se presenta tanto en los niños de familias maltratadoras como en los adultos que intentan convertirse en protectores de los más pequeños.
Es por esto que en este segundo momento de la investigación se trabajó con una muestra de adultos protectores de niños que habían sufrido maltrato evaluando no sólo sus competencias sociemocionales sino además cuestiones ligadas al grado de vulnerabilidad.
Se evaluaron tres grupos, grupo de familias donde se comprobó el maltrato infantil, grupos de familias clínicas (niños con discapacidades mentales y físicas) y grupos de familias de población general.
Se les administró el ICSE (Mikulic 2013) para evaluar las competencias socioemocionales y se aplicó una entrevista estructurada con los datos personales, nivel de instrucción, desarrollo laboral o profesional, patologías médicas o psíquicas, percepción de calidad de vida y de redes de apoyo.
Si bien esta parte de la investigación sigue en proceso en este momento hemos comenzado a analizar ciertas hipótesis que se corresponden con lo hallado en la primera parte de este estudio.

  1. Los padres de niños que han sufrido maltrato infantil intrafamiliar siguen mostrando dificultades en las competencias parentales tales como aceptación del rol, empatía, conciencia de las emociones, y aparecen como novedosos fallas en el control de los impulsos y alto grado de vulnerabilidad e insatisfacción en cuanto a su calidad de vida.
  2. Los padres de niños que presenta TGD o discapacidades cognitivas leves muestran los mismos indicadores de fallas en competencias parentales. Cuestiones ligadas a la empatía y al desarrollo del rol. Asimismo la presencia de un grado moderado de vulnerabilidad psíquica y social.
  3. Los grupos de muestra general que muestran vulnerabilidad se ven compensados por poseer competencias socioemocionales que los sostienen en su ejercicio.
    Estas hipótesis serán corroboradas a medida que se vayan procesando los casos evaluados y se realicen la correlaciones teórica

Estas nuevas investigaciones teóricas y empíricas van describiendo nuevas conceptualizaciones en donde poner el foco de trabajo preventivo y de intervención de familias con derechos vulnerados.
El enfocar los tratamientos y las intervenciones sobre los adultos protectores repercutirá en una mejor atención a los niños, su crianza y su desarrollo futuro.

Bibliografía

Abelleira, H.; Delucca, N.: (2011) Clínica Forense en Familias. Historización de una práctica. Buenos Aires: Lugar.
Ackerman, N.: (1994) Diagnóstico y tratamiento de las relaciones familiares. Buenos Aires: Paidós.
Barudy, J.: (2005) Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia. 1º edición. Barcelona: Gedisa.
Bowlby, J.: (1995) Una base segura. Buenos Aires: Paidós.
Colombo, R.: (2000). Función Materna y Maltrato infantil. Un estudio de familias en riesgo judicializadas en Tribunales de Menores. Argentina.
Colombo, R., De Agosta, C. y Barilari, Z. (2008). Abuso y maltrato Infantil. Tratamiento psicológico. Bs. As. : Cauquén.
Colombo, R.; Morelato, G. & Gimenez, S. (…) Función Materna y abuso sexual infantil: análisis de una muestra clínica.
Febbraio (2012) La evaluación psicológica de las fallas en las funciones/competencias parentales en familias maltratadoras.
Green, A.: (1991) Pulsión de muerte, narcisismo negativo, función desobjetivante. En Green, Laplanche y otros. La pulsión de muerte. Buenos Aires: Amorrortu.
Mikulic, I.: (2012) ICSE
Morelato, G. (2009) ¿?
Pérez Chaca, V. & Giunchi, V.: (2006) ¿Crisis o transformación? La familia hoy. Trabajo Social. Revista Regional de Trabajo Social (Uruguay) 38 (Año XX, septiembre-diciembre).
Rotenberg, E. (2007) Hijos difíciles, padres desorientados. Padres difíciles, hijos desorientados. Buenos Aires: Lugar.
Winnicott, D.: (1996) El hogar, nuestro punto de partida. 1º reimpresión. Buenos Aires: Paidós.
Winnicot, D. W. (1998). Los bebés y sus madres. España: Paidós.
Winnicott, D. (1964). La familia y el desarrollo del individuo. Buenos Aires: Paidós.