Declaración testimonial en casos de abuso sexual infantil. Uso de la Cámara Gesell y de la entrevista única.

Declaración testimonial en casos de abuso sexual infantil.

Uso de la Cámara Gesell y de la entrevista única.

 Dra. Rosa Inés Colombo, Buenos Aires 2019.

Si algo se presenta como pregunta hace más de dos décadas es cómo acompañar desde los profesionales de la salud a un niño que ha sufrido abuso sexual infantil. Cómo hacer para poder contribuir en la difícil tarea de transmitir aquello tan penoso que le ha sucedido, sin vulnerar aún más su desarrollo y su proceso identificatorio indispensables ambos para ir construyendo una personalidad adaptativa.

Durante muchos años ha sido una tarea central comprender al niño que ha sufrido una situación de sometimiento por parte de un adulto de su confianza y el daño que estas vivencias han provocado en el psiquismo infantil cuando la misma se produjo en forma crónica.

El haber logrado construir una batería diagnóstica que evaluara el maltrato infantil intrafamiliar crónico se produjo de la mano de comprender la sintomatología asociada a este síndrome y los trastornos que producía a quienes lo padecían.

Es por esto que a poco de andar se planteó como indispensable, auxiliados por la bibliografía local e internacional, ir afianzando conceptos teóricos que nos iluminaban en nuestra tarea y que al mismo tiempo surgían del trabajo clínico e investigativo.

Hoy podemos decir que existen dos grandes constructos que son estudiados desde hace ya mucho tiempo pero que deben ser reconceptualizados a medida que vamos avanzando en la problemática del Maltrato infantil y más aún en la relación existente entre la aplicación de la psicología en el estudio de este fenómeno y su relación con la intervención de la justicia.

Estos son, el Niño y el Maltrato Infantil. Que obviedad para los lectores. De eso se trata, de un niño que ha sufrido maltrato infantil. Sin embargo las investigaciones empíricas y teóricas así como el trabajo en el campo psico jurídico nos muestran la inexperticia que presentan ciertos  agentes intervinientes con respecto a estos dos constructos.

Cuando hablamos de un niño que ha sufrido maltrato infantil,  ¿cuánto sabemos sobre el psiquismo infantil, de sus etapas evolutivas, de sus necesidades, capacidades, carencias, dificultades? Actuamos por sentido común, todos conocemos algún niño y en definitiva todos lo fuimos, por lo tanto no debe ser tan difícil poder hablar con un niño y que él nos cuente lo que le sucedió. Lo único que debemos lograr es que diga la verdad de los hechos, que no nos mienta.

Y en ese acto tan simple como es escuchar a un niño imaginamos que las palabras han de ser suficientes. Y aquí aparece el primer gran error en toda declaración testimonial de un niño, considerarlo como cualquier otra víctima humana.

Creo que en ese punto sin ir demasiado lejos estamos perdiendo tres parámetros sumamente importantes, la manera particular de construcción del psiquismo humano, la manera particular de la cognición humana y la manera particular de expresar los sentimientos humanos.

Cuánto sabemos acerca de las teorías sexuales infantiles dentro del desarrollo psicosexual, cuánto acerca de la adquisición y o construcción de las categorías kantianas y desarrollo cognitivo, y cuanto de la expresión de los sentimientos en torno a las diferentes formas de apego.

Y cuando hablamos de un niño que ha sufrido maltrato infantil cuánto sabemos acerca del daño que produce el maltrato infantil intrafamiliar crónico en el psiquismo de un niño.

En el ámbito jurídico así como también en el contexto clínico y de evaluación se tienden a homologar las situaciones padecidas por un niño tanto se traten de maltratos intrafamiliares crónicos como aquellos que se producen por fuera de la familia y en forma esporádica.

El hecho de no realizar una división clara de estas situaciones lleva a confundir la sintomatología y los indicadores específicos que surgen de la evaluación psicológica llegando a diagnósticos erróneos que dejan en estado de vulnerabilidad al niño en cuestión.

El maltrato intrafamiliar crónico se produce  dentro del ámbito familiar, se sostiene en el tiempo y el perpetrador es alguien de confianza para el niño o el que se ocupa de su cuidado.

En cambio  el maltrato extrafamiliar se produce fuera del ámbito familiar, es perpetrado por un desconocido y por lo tanto suele ser ocasional.

A partir de esta diferencia situacional y relacional es que los efectos traumáticos serán tramitados de  modos diferentes. Mientras el maltrato intrafamiliar produce daño psíquico el cual se expresa a través de trastornos en el área cognitiva, emocional, social, comportamental y física;  el extra familiar produce trauma psíquico y su sintomatología está asociada al estrés postraumático.

 ¿Cómo se produce el maltrato infantil intrafamiliar crónico?

            En las familias de niños maltratados y abusados sexualmente las situaciones de violencia suceden cotidianamente. Sumado a esto existen factores de riesgo que aumentan el valor traumático de los sucesos dado que se agrega la falta de redes vinculares, aislamiento, poca relación con el entorno, provocando  dificultades en la comunicación.

            El mantener el secreto de las situaciones abusivas, en el maltrato intrafamiliar crónico, coloca al niño en un lugar de extrema vulnerabilidad acrecentando el uso del mecanismo de la disociación, ya usado como defensa ante el sometimiento que ejerce el adulto sobre él.

            El adulto, que siempre es otro significativo, del cual el niño depende física y emocionalmente, lo coloca en un lugar de objeto ponderando sus necesidades  en detrimento de las del infante. De este modo el niño permanece en un estado de indefensión y vulnerabilidad creciente, ante lo cual  se ve obligado a instrumentar mecanismos psíquicos en forma masiva para sobrevivir.

            En estos intentos se perturban sus percepciones, la comprensión, sus interpretaciones, y su comportamiento se ve afectado. El maltrato infantil interrumpe el desarrollo esperable para un niño y lo objetiviza en función de las necesidades de un adulto que cumple fallidamente sus competencias parentales.

Los efectos del maltrato y abuso en la niñez imprimen un daño particular y específico que muchas veces puede presentarse como una forma de vulnerabilidad, pero por sobre todo lleva al niño a una inhibición en el armónico desarrollo evolutivo.

            Por supuesto que el maltrato en cualquiera de sus formas es vivido como un suceso traumático y desde allí puede ser leído como cualquier otro suceso que desborda el aparato psíquico y que no permite instrumentar recursos o mecanismos que hagan frente a tal situación. Pero en el caso concreto del maltrato intrafamiliar crónico esta situación traumática se ve superada por el hecho de la cronicidad, la misma se repite una y otra vez lo cual dispara mecanismos defensivos sobreadapatativos, muchas veces desajustados de la etapa evolutiva y siempre en detrimento de su desarrollo.

El hecho de que la persona que agrede o somete sea aquel que se ocupa de su cuidado o protección provoca sentimientos de ambivalencia que no permiten percibir lo que sucede con claridad ni darle un estatuto que lo ubique en un lugar con el que se pueda discernir.

Mientras que en el caso de un niño que es sometido por un extraño las personas que lo quieren y contienen pueden  expresarle claramente lo malo e incorrecto de esa situación vivida, en el caso de lo intrafamiliar ese sujeto que perpetra, que ataca es un ser querido,  del cual se depende afectivamente y que por la naturaleza del hecho ubica al niño en un lugar imposible de discernimiento.

Modelo teórico de Daño psíquico en MI

Un punto sintomatológico que nos ocupa preferentemente a los teóricos dedicados a este tema es el de las fallas perceptivas. Un niño que no puede comprender, como decía anteriormente la naturaleza de los hechos, que es sometido una y otra vez a acciones que lo perturban, que no entiende, pero a las cuales debe responder dado que es ese adulto amado y respetado el que las propicia, va generando lentamente un estado confusional que distorsiona la realidad.

El niño que es sometido en el seno familiar también participa de la vida social y percibe otras vivencias, y otras formas relacionales. Al mismo tiempo está incorporando las normas, las reglas, los parámetros sociales que le permiten ir adaptándose a la escuela y a los diferentes grupos de pertenencia. Sin embargo hay reglas, códigos, leyes particulares de esa relación abusiva que no comprende y que no se ajustan al resto de su vida.

El estado confusional, las fallas perceptivas, la sobreadaptación y el sometimiento van direccionando el comportamiento de este niño sin permitirle el desarrollo pleno de sus recursos.  

Ahora bien, una vez comprendida la complejidad en cuanto a la evaluación psicológica de un niño y por otra parte la comprensión del fenómeno del maltrato infantil intrafamiliar  crónico se nos plantea la necesidad de contar con instrumentos sensibles que nos ayuden a recoger de la manera más objetiva posible los detalles de la situación traumática padecida y así poder proteger a los que lo necesiten y evitar otros delitos.

Una simple entrevista por detallada que sea su protocolización no podrá comprender las diferentes arsitas que componen la complejidad de un testimonio de un niño abusado crónica e intrafamiliarmente. Esta entrevista necesita del auxilio de una exhaustiva evaluación psicológica que cuente con instrumentos validados localmente y confiables en su aplicación.

Es por eso que continuamos focalizándonos en la construcción y adaptación de instrumentos así como también en la capacitación profesional en esta temática con el objetivo de estructurar nuevos campos teóricos que contribuyan al desarrollo de una sociedad en donde podamos prevenir este tipo de sometimiento hacia los niños.

Bibliografía

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